lunes, 16 de febrero de 2009

YA QUISIERA ESTAR ASI

Mis paredes, mi calma y mi vigilia...
el recinto y el tiempo de estar en mí, conmigo.
A salvo, finalmente. Completamente a salvo del dolor, la razón y el consuelo.
Sin temblor. Sin temor. Sin atender a nada. Sin aguardar siquiera a que suceda algo.
Obediente cautivo que enhebra sus jazmines e insistentes cifras, cada noche, que en su ábaco ordena las estrellas,
así yo voy limando bayonetas y heridas de rencores y lágrimas.
Porque ya nada importa.
Mientras tanto, las sirenas, gimiendo, cruzan las avenidas, el ámbar parpadea en las encrucijadas, y,
en húmedas alcobas, la soledad tantea, se desliza por el empapelado y abarquilla sus bordes.
Sacudo la tristeza que espolvorea mis sábanas de rabia y de alfileres.
Precinto con silencio la derrota.
No me rindo. No me entrego: simplemente, abandono.
Me oculto en el olvido como en un hondo aljibe al margen de la estrella, el jazmín y la lágrima" Ana Rossetti.

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